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Aprendiendo de la enseñanza

!!Vamos a bailar¡¡, Pero no un vals, sino un DISCO

!!Vamos a bailar¡¡, Pero no un vals, sino un DISCO

Vaya mesecitos habilidosos sociales que hemos pasado, ¡¡pufff!! Cada vez que lo recuerdo siento… Cómo podría decirlo, era como un toro (que diría el guiñol de Jesulín de Ubrique) , que esperas, llega, lo toreas de la mejor manera que puedes, pero a veces no hace lo que tú quieres, sino que sale por peteneras.

 

Pero podría decir que no me he sentido como un torero, sino como dentro de una cuadrilla de toreros y toreras que cortaron una oreja entre todos. En cuanto a la parte que me toca a mí…

 

Vi que me tuve que enfrentar sin herramientas, la primera vez que me junté con mis compañer@s, pero en un primer momento creí saber como hacer “saltos de la rana”, “verónicas”, “puerta gallor”, pases de pecho”,… Pero de pronto veo que por muchas cosas que sepa del toreo, que sepa desarrollarlo delante de personas, no es lo más acertado y entonces como simplemente veo que intento salir del paso, simplemente conseguir que las personas al final de la corrida me saquen el pañuelo blanco, intento LOGRAR, pero eso no me posiciona dentro del mundo del toreo, ni si quiera me satisface, pero lo veo tan sencillo y a la vez tan inútil que me hago un lío, sintiendo que eso no tiene sentido.

 

Empiezo a plantearme, junto a la cuadrilla, de cual puede ser, nos movemos de sitio, discutimos, nos descolocamos, colocamos términos, los volvemos a hacer. Pensamos en realizar una coreografía clara, sencilla, ir por el camino fácil. Y me planteo, y si en vez de torear un toro, cojo y me meto a bailarín, al fin y al cabo es lo que yo controlo y puede ser que no me arriesgue tanto. ¿Qué tal si hago un baile “estándar”? de esos lentitos, con el “1, 2, 3” sencillo, tipo vals. Cuando empiezo a ensayar y voy cogiendo parejas, e intento que mis compañeros aporten, me doy cuenta que muchos no quieren bailar un baile sencillo, que quieren hacer una salsa con figuras extraordinariamente difíciles, sí sí, de esas que te descolocan por un momento, como una rueda cubana, pero otros prefieren  seguir con el vals, que al fin y al cabo es fácil y podría salir airoso. Pero en realidad todos pensamos lo mismo, conseguir el fácil aplauso. Total que todos estamos bailando el meneito de “pecho-pechuga”, dando vueltas sin saber por donde seguir, como mirar y continuar una coreografía conjunta.

 

Yo me siento decepcionado, yo quiero bailar con mis compañeros por toda la pista, sentirme satisfecho, pero ¿qué pasos dar? ¿Cómo hacerlo? No sé que hacer y lo peor de todo, por qué sufría, ¿acaso me valía la pena? Necesita trasmitir mediante la voz de mis dedos, no sé si tan poderosa o potente como la de mis cuerdas vocales.

 

Por fin, aparece una persona, que nos habla, el mejor profesor de bailes que hemos podido encontrar, que nos indica que lo mejor que puede pasar es que no pensemos simplemente en lograr sacar el baile, sino intentemos no motivarnos simplemente por el logro, sino por el posicionamiento y la motivación afectiva. ¿Qué?

 

Nuevamente a empezar a bailar el “pecho – pechuga”, pero solo, en mi pista de baile particular, mis dedos pidiendo a voces cantar y yo intentando reflejar los pasos. Nuevamente me descoloco la ropa, el pelo, lo que existe debajo de mis rizos, que llevo tanto tiempo con el pelo largo y frondoso que no me había dado tanta cuenta antes. Pero lo importante es el baile.

 

Y me planteo ¿sí improvisamos? Eso sí, improvisemos, y nuevamente seguimos una línea recta, pero cada uno por su lado, unos motivados por conseguir el logro, otros buscando simplemente técnicas, pero nunca pensando en como conseguir las tres motivaciones básicas, simplemente ordenar nuestros pasos para no pisarnos. Pero es que ¿quién no ha pisado nunca a alguien bailando?

 

En fin que estoy acongojado, no tenemos nada hecho, estamos descolocados, enrabietados, sin fluir en nosotros la música que nos están intentando poner, hacer llegar a mis oídos, tengo tapones, pero empiezo a oír un ligero hilo de música, gracias a que nos quedamos informalmente intentando no hacer arrítmicamente unos pasos que nos parecen tan básicos como los del principio, pero que hacen sentirnos mejor, al menos a unos cuanto y que en mí produce más ganas de bailar.

 

Cuando veo que algunos empiezan a escuchar también, ¡¡LO MISMO QUE YO ESTOY ESCUCHANDO!!, empiezo sentirme mejor. Y por fin decidimos ir a la discoteca y con algunos pasos semi –básicos empezamos a mover a la gente. Por fin lo entiendo, debo tener cosas más claras, no enseñar, ni instruir, sino intentar que otros intenten hacer sus posibles pasos, que se hagan conscientes por sí solos de que esos son pasos, que eso que hacen puede estar bien o mal, que bailen al son del ritmo o no.

 

Es definitiva ver que bailamos acompasados y ahora no, nos movemos igual, posiblemente yo al igual que las personas con las que he bailado más a lo largo de las jornadas, pero aunque fuera en distintos caminos, yo me sentía dentro del grupo de baile.

 

Pero al final me siento como si no hubiera bailado, todavía no encuentro algunos pasos básicos, ¿quizás no los tenga que buscar? ¿no los tenga que medir? ¿Quizás simplemente me tenga que dejar llevar por la música en muchas ocasiones? ¿Experimentar nuevos pasos?

 

Lo que más claro me queda es que “QUIERO SEGUIR BAILANDO”.

 

Benja

1 comentario

Loli -

Ya sabemos l@s que fuímos a la cena que quieres seguir bailando.
Torear, torear no sé como se te dará, aunque tienes tipo de torero, pero bailar...

Lo que no entiendo es porque no has pedido a Salva, Cristina,... una de las muchas fotos que te hicieron el viernes-noche, madrugada de San Juan.
Creo que a tod@s nos hubiese gustado más que Travolta.

Un abrazo y a seguir bailando- toreando.

Son dos artes bastante difíciles y más si con ellas eres capaz de integrar todo lo conseguido a lo largo del curso.

Loli