Blogia
Aprendiendo de la enseñanza

Las Monjas y Monjes de Belén

Las Monjas y Monjes de Belén

Desde esta mañana que iba en el tren y miraba el Ecce Homo (creo que se escribe así) se me han venido a la cabeza unas personas de esas especiales que conoces en la vida y que es difícil de borrar de la mente. Y desde luego, ahora en la noche en que lo escribo y mirando por la ventana la nieve que hay en el jardín y la pinta que tiene que va a caer otra nevada no puedo olvidarme de esas personas.

 

Como muchos sabrán, este verano estuve en Los Alpes franceses, por la zona de Grenoble, un poquito más al sureste de Lyon. Cada verano suelo irme con un grupo de sacerdotes que organizan peregrinaciones a diferentes sitios de los denominados “marianos”, que son sitios de peregrinación donde se apareció la Virgen María. No penséis que soy de un grupo ultra-religioso ni nada por el estilo, soy católico, soy creyente y practicante, pero bueno no es nada nuevo (creo) y esto es lo de menos. El caso es que a lo largo de todos esos días pudimos visitar a un grupo de monjas y monjes que viven en plena naturaleza alpina, en un contexto maravilloso. Recuerdo de escuchar a uno de los monjes, curiosamente el padre Benjamín (leerlo con acento francés), pero no sé por qué me resulto más emotivo y me gustó más escuchar a una monjita española (véase la foto) y como nos relataba lo duro que era el invierno allí, con grandes tomos de nieve, que hacían difícil salir de sus casitas.

 

Estos monjes y monjas son, para que podáis entenderlo, de “semi-clausura”, no llegan a ser Cartujos (que son como los ermitaños, pero no viven en cuevas, sino en pequeñas casitas individuales), aunque viven en casitas individuales (y preciosas por fuera), pero hacen los oficios y celebran algunas de las festividades religiosas juntos, hacen los trabajos de la comunidad juntos, pero la relación es mínima, son como 3 horas al día, el resto lo dedican a la oración y meditación. Y a mí esto me sorprende, por mucho que conozca, que haya escuchado a monjas Clarisas, a un monje del monasterio de Leyre, a estos monjes y monjas, me sigue pareciendo admirable como abandonan toda su vida social, pública, las comodidades que tenían por entregarse a algo en lo que creen fervientemente. Recuerdo como se arrodillaban y prácticamente se tumbaban en el suelo para rezar, como nos entregaron lo mejor que podían en ese momento que era por un lado cariño, y por otro unos dulces y unos refrescos hechos por ellas, que después de 6 kilómetros, cuesta arriba y andando se agradecían, a pesar de que las temperaturas eran más bajas que en España.

 

Recuerdo como la monja gaditana nos contaba como llegó a meterse a monja, por qué sitios había pasado y como abandonó todo. Nos contó su formación y sus relaciones con su familia, por qué yo solamente pensaba si podía salir, si podía volver a ver a su gente de toda la vida y me contestó, que fue a Cádiz una sola vez y porque su padre estaba muy enfermo, que nadie se lo prohibía pero ella lo asumía así, como lo debía hacer el resto de la comunidad, me figuro yo…

 

Los ojos y los rostros de todas/os ellas/os me impresionaron por la tranquilidad, la paz, la felicidad que transmitían y por todo esto y por esa entrega creo que debía inaugurar estos post dedicados a las “Monjas y Monjes de Belén”, porque seguramente ellos tendrán unos días aún más blancos si caben.

4 comentarios

Maria -

Hola

hay una discussion en internet al respeto de los monjes et monjas de Belén :

http://www.avref.fr/n25-bethleem-es.html

la continuacion esta solamente en francais

http://www.lenversdudecor.org/Communaute-de-Bethleem-les-revelations-accablantes-d-un.html

Hay que rezar mucho

Gracias

Jose Luis Menor Vargas -

Nunca olvidaré los días que pasé en el monasterio de Sigena en uesca, ni podré olvidar la pureza y la entrega en la mirada de una de estos ángeles en la tierra, su nombre, Liesse Miriam, se daba al prójimo con una mirada que te traspasaba el Alma, una dulzura impresionante. Yo que en aquellos entonces vivía solo preocupado por mi ego y como contentarlo, descubrí en esa mirada de amor lo que querría ser de por vida, su mirada me cautivó; durante unos días de retiro, me enseñaron como rezar (antes de comenzar con la liturgia de cada día nos invitaban a lo que ellas llamaban "taller de oración"), también recuerdo con mucho cariño como me explicaban la reciprocidad en el Amor entre El Padre, El Hijo y El Espíritu Santo, todo lo he guardado como María en el interior de mi corazón y lo medito frecuentemente, estos días de retiro en Sigena, se han quedado en mi como sello en el corazón y tatuaje en el brazo, siempre están en mis oraciones, todos unidos en la unidad indisoluble de Nuestro Dios Padre, Dios Hijo y Dios Esoíritu Santo en el seno de La Iglesia que es Nuestra Santísima Madre, María

Jacq -

"Recuerdo como la monja gaditana nos contaba como llegó a meterse a monja, por qué sitios había pasado y como abandonó todo. Nos contó su formación y sus relaciones con su familia"
Ahhh!! Yo quiero saber más con detalle eso que les contó!!! Me son muy ejemplares y heroícas las historias de las vocaciones. ¿Podrías contarlo o mandármelo por mail? Te lo agradeceré muchísimo.

Desde Bs As, Argentina!! :)

Gloria -

Benja,

leí este post casi en la fecha en que lo escribiste y lo releo ahora, disfrutando de nuevo de la escena que describes, imaginándome vívidamente esas expresiones de calma y felicidad que estos monjes franceses reflejaban.

Al hilo de lo que decías, y aunque esta agrupación parece ser que no tenía “prohibido” el contacto con los suyos, desde que era pequeña algo que me ha llamado mucho la atención han sido esas personas que tomaban la decisión de vivir en clausura... Me preguntaba por qué y para qué, no podía concebir una vida así, quizá por mi afán de conocer, entre el que figuran los lugares y las personas. Ahora me pregunto si es que esas personas no son precisamente las que más pueden llegar a conocer: a sí mismos y a aquello en lo que creen.

Creo que fuiste muy afortunado al commpartir tu tiempo con ellos.

Un abrazo.